Sin percepción correcta no hay juicio correcto




Un jinete vio que un escorpión venenoso se introducía por la garganta de un hombre que dormía tumbado en el camino. El jinete bajó de su caballo, despertó a latigazos al hombre dormido a la vez que le obligaba a comer unos excrementos que había en el suelo. Mientras, el hombre chillaba de dolor y asco: 




— ¿Por qué me haces esto? ¿Qué te he hecho yo? 

El jinete sin responder continuaba azotándolo y obligándole a comer los excrementos. 

Instantes después, aquel hombre vomitó arrojando el contenido del estómago con el escorpión incluido. Comprendiendo lo ocurrido, agradeció al jinete el haberle salvado la vida, y después de besarle la mano insistió en entregarle una humilde sortija como muestra de gratitud. Al despedirse le preguntó: 

—Dime ¿por qué no me despertaste? ¿Por qué razón tuviste que usar el látigo? 

—Había que actuar rápidamente. —respondió el jinete— Si sólo te hubiera despertado, no me habrías creído, te habrías paralizado con el miedo o habrías escapado. Además, de modo alguno hubieses comido los excrementos, y el dolor de los azotes provocaba que te convulsionases, evitando que el escorpión te picara. Dicho lo cual, partió al galope hacia su destino. 



No lejos de allí, dos hombres de una aldea vecina habían sido testigos del episodio. Cuando regresaron junto a los suyos, narraron lo siguiente: — Amigos, hemos sido testigos de unos hechos desagradables que revelan la maldad de algunos hombres. Un pobre labrador dormía plácidamente la siesta, cuando un orgulloso jinete entendió que obstaculizaba su paso. Se bajó de su caballo y con el látigo comenzó a azotarlo por tan mínima falta. No contento con eso, le obligó a comer excrementos hasta vomitar, le exigió que le besara la mano y además le robó una sortija. Pero no os preocupéis, a la vuelta de un recodo hemos esperado al arrogante jinete y le hemos propinado una buena paliza por su deplorable acción.



Si pensamos en esta historia diremos: Cada uno tenía su punto de vista. ¡Cierto! Pero ¿qué diría cada uno de los protagonistas si pudiésemos preguntarles? Ninguno diría: “Es mi creencia que las cosas sucedieron de este modo”. Dirían: ¡La verdad es…! o ¡las cosas fueron así!


¡Eso es lo que todos hacemos a cada momento!