LA LEY DEL DAR
Este frágil
recipiente lo has vaciado una y otra vez para llenarlo eternamente de vida
nueva. Esta pequeña flauta de caña la has llevado por valles y montañas,
soplando a través de ella melodías siempre nuevas...
Tus dones
infinitos vienen a mí solamente en mis pequeñas manos. Pasan los siglos, y tú
continúas vertiendo, y todavía hay espacio para llenar.
-
RABINDRANATH TAGORE, Gitanjali
La segunda ley
espiritual del éxito es la ley del dar. También podría llamarse la ley del dar
y recibir porque el universo opera a través de un intercambio dinámico. Nada
es estático. Nuestro cuerpo está en intercambio dinámico y constante-con el
cuerpo del universo; nuestra mente mantiene una interacción dinámica con la
mente del cosmos; nuestra energía es una expresión de la energía del cosmos.
El flujo de la
vida no es otra cosa que la interacción armoniosa de todos los elementos y las
fuerzas que estructuran el campo de la existencia. Esta armoniosa interacción
de los elementos y las fuerzas de la vida opera a través de la ley del dar.
Puesto que nuestro cuerpo, nuestra mente y el universo mantienen un constante
y dinámico intercambio, frenar la circulación de la energía es como frenar el
flujo sanguíneo. Cuando la sangre deja de circular, comienza a coagularse y a
estancarse. Por ello debemos dar y recibir a fin de mantener la riqueza y la
afluencia - o cualquier cosa que deseemos en la vida - circulando permanentemente.
La palabra
"afluencia" viene de la raíz latina afflúere que significa "fluir hacia". La palabra
afluencia significa "fluir en abundancia". El dinero realmente es un
símbolo de la energía vital que intercambiamos, y de la energía vital que utilizamos
como consecuencia del servicio que le * prestamos al universo. Al dinero
también se le llama moneda "corriente", nombre que refleja igualmente
la naturaleza fluida de la energía. La palabra "corriente" viene del
latín cúrrere que significa
"correr" o "fluir".
Por tanto, si
impedimos la circulación del dinero - si nuestra única intención es acaparar
el dinero y aferrarnos a él -, impediremos también, puesto que el dinero es
energía vital, que éste vuelva a circular en nuestra vida. Para que esa energía
fluya constantemente hacia nosotros, debemos mantenerla en circulación. Al
igual que un río, el dinero debe mantenerse en movimiento, o de lo contrario
comienza a estancarse, a obstruir, a sofocar y a estrangular su propia fuerza
vital. La circulación lo mantiene vivo y vital.
Toda relación es
una relación de dar y recibir. El dar engendra el recibir, y el recibir
engendra el dar. Lo que sube debe bajar; lo que se va debe volver. En realidad,
recibir es lo mismo que dar, porque dar y recibir son aspectos diferentes del
flujo de la energía en el universo. Y si detenemos el flujo de alguno de los
dos, obstaculizamos la inteligencia de la naturaleza.
En toda semilla
está la promesa de miles de bosques. Pero la semilla no debe ser acaparada;
ella debe dar su inteligencia al suelo fértil. A través de su acción de dar, su
energía invisible fluye para convertirse en una manifestación material.
Cuanto más demos
más recibiremos, porque mantendremos la abundancia del universo circulando en
nuestra vida. En realidad, todo lo que tiene valor en la vida se multiplica
únicamente cuando es dado. Lo que no se multiplica a través del dar, ni vale la
pena darse, ni vale la pena recibirse. Si al dar sentimos que hemos perdido
algo, el regalo no ha sido dado en realidad, y entonces no generará abundancia.
Cuando damos a regañadientes, no hay energía detrás de nuestro acto de dar.
Al dar y al
recibir, lo más importante es la intención. La intención debe ser siempre
crear felicidad para quien da y para quien recibe, porque la felicidad
sostiene y sustenta la vida y, por tanto, genera abundancia. La retribución es
directamente proporcional a lo que se da, cuando el acto es incondicional y
sale del corazón. Por eso el acto de dar debe ser alegre - la actitud mental
debe ser tal que se sienta alegría en el acto mismo de dar. De esa manera, la
energía que hay en el acto de dar aumenta muchas veces más.
En realidad,
practicar la ley del dar es muy sencillo: si deseamos alegría, démosles
alegría a otros; si deseamos amor, aprendamos a dar amor; si deseamos atención
y aprecio, aprendamos a prestar atención y a apreciar a los demás; si deseamos
riqueza material, ayudemos a otros a conseguir esa riqueza. En realidad, la
manera más fácil de obtener lo que deseamos es ayudar a los demás a conseguir
lo que ellos desean. Este principio funciona igualmente bien para las
personas, las empresas, las sociedades y las naciones. Si deseamos recibir el
beneficio de todas las cosas buenas de la vida, aprendamos a desearle en
silencio a todo el mundo todas las cosas buenas de la vida.
Incluso la sola
idea de dar, el simple deseo, o una sencilla oración, tienen el poder de
afectar a los demás. Esto se debe a que nuestro cuerpo, reducido a su estado
esencial, es un haz individual de energía e información en medio de un universo
de energía e información. Somos haces individuales de conciencia en medio de
un universo consciente. La palabra "conciencia" implica mucho más que
energía e información - implica una energía y una información que viven en
forma de pensamiento. Por tanto, somos haces de pensamiento en medio de un
universo pensante. Y el pensamiento tiene el poder de transformar.
La vida es la
danza eterna de la conciencia, que se manifiesta como un intercambio dinámico
de impulsos de inteligencia entre el microcosmos y el macrocosmos, entre el
cuerpo humano y el cuerpo universal, entre la mente humana y la mente cósmica.
Cuando aprendemos
a dar aquello que buscamos, activamos esa danza y su coreografía con un
movimiento exquisito, enérgico y vital, que constituye el palpitar eterno de
la vida.
La mejor manera de
poner a funcionar la ley del dar - de iniciar todo el proceso de circulación -
es tomando la decisión de que cada vez que entremos en contacto con una
persona, le daremos algo. No es necesario que sean cosas materiales; podría
ser una flor, un cumplido o una oración. En realidad, las formas más poderosas
de dar no son materiales. Obsequios como interesarse, prestar atención, dar
afecto, aprecio y amor, son algunos de los más preciados que se pueden dar, y
no cuestan nada. Cuando nos encontremos con alguien, enviémosle en silencio un
buen deseo por su felicidad, alegría y bienestar. Esta forma de generosidad
silenciosa es muy poderosa.
Una de las cosas
que me enseñaron cuando era niño, y que también les he enseñado a mis hijos, es
nunca visitar a alguien sin llevarle algo - no visitemos nunca a alguien sin
llevarle un regalo. Sin embargo, uno podría preguntarse: "¿Cómo puedo
hacerles regalos a los demás si ahora ni siquiera tengo suficiente para
mí?" Podemos regalar una flor; una sola flor. Podemos llevar una nota o
una tarjeta que exprese algo sobre nuestros sentimientos hacia la persona a
quien visitamos. Podemos llevar un elogio. Podemos llevar una oración.
Tomemos la
decisión de dar en todo lugar a donde vayamos, y a quien quiera que veamos.
Mientras estemos dando, estaremos recibiendo. Cuanto más demos, más confianza
tendremos en los efectos milagrosos de esta ley. Y a medida que recibamos más,
también aumentará nuestra capacidad para dar.
Nuestra verdadera
naturaleza es de prosperidad y abundancia; somos naturalmente prósperos porque
la naturaleza provee a todas las necesidades y deseos. No nos falta nada
porque nuestra naturaleza esencial es la potencialidad pura, las posibilidades
infinitas. Por consiguiente, debemos saber que ya somos intrínsecamente ricos,
independientemente de cuánto dinero tengamos, porque la fuente de toda
riqueza es el campo de la potencialidad pura - es la conciencia que sabe cómo
satisfacer cada necesidad, incluyendo la alegría, el amor, la risa, la paz, la
armonía y el conocimiento. Si vamos en pos de estas cosas primero - no
solamente para nosotros mismos, sino para los demás - todo lo demás nos llegará
espontáneamente.
CÓMO APLICAR LA LEY DEL DAR
Pondré a funcionar
la ley del dar comprometiéndome a hacer lo siguiente:
1) Llevaré un
regalo a cualquier lugar a donde vaya y para cualquier persona con quien me
encuentre. Ese regalo puede ser un elogio, una flor o una oración. Hoy les daré
algo a todas las personas con quienes me encuentre, para iniciar así el
proceso de poner en circulación la alegría, la riqueza y la prosperidad en mi
vida y en la de los demás.
2) Hoy recibiré con
gratitud todos los regalos que la vida me dé. Recibiré los obsequios de la
naturaleza: la luz del sol y el canto de los pájaros, o los aguaceros de
primavera o las
primeras nevadas
del invierno. También estaré abierto a recibir de los demás, sea un regalo
material, dinero, un elogio o una oración.
3) Me comprometeré
a mantener en circulación la abundancia dando y recibiendo los dones más
preciados de la vida: cariño, afecto, aprecio y amor. Cada vez que me
encuentre con alguien, le desearé en silencio felicidad, alegría y bienestar.