PESIMISTA Y OPTIMISTA
El
comportamiento de sus dos hijos tenía extrañados a los padres: ante la misma
situación, uno reaccionaba con gran pesimismo, y el otro con marcado optimismo.
Consultaron a un psicólogo, y este sometió a los chicos a una prueba. Encerró
al pesimista en un cuarto con toda clase de juguetes y le dijo que hiciera con ellos
cuanto quisiera. Al optimista lo llevó a un cuarto lleno de estiércol de
caballo.
Cuando regresó
algunas horas después, encontró al primero desolado frente a los juguetes, y le
preguntó qué pasaba. Recibió esta respuesta: "El columpio me golpea las
piernas; las fichas del rompecabezas me dañan las manos; ese acertijo me tiene
con jaqueca; y aquel videojuego me toma mucho tiempo".
Entonces fue a
ver al segundo chico, y lo encontró totalmente sucio, cubierto de porquería
hasta la cabeza. Cuando le preguntó por qué estaba así, el niño le dijo: "Presiento
que debajo de toda esta boñiga hay un pony, y lo estoy buscando".