El Sembrador de Galilea supera los métodos de la educación moderna
Hay dos modos de hacer una hoguera: con semillas o con un poco de leña. ¿Cuál de ellas elegiría usted?
Hacer una hoguera con semillas parece un absurdo, una locura. Todos, seguramente, escogeríamos la leña. Si embargo, el Maestro de Nazaret pensaba a largo plazo y por eso siempre escogía las semillas las plantaba, esperaba que los árboles crecieran, fructificasen miles de otras semillas y así proveería la
leña para la hoguera.
Si escogía la leña, encendería la hoguera solamente una vez Pero como prefería las semillas, la hoguera que encendía nunca más se apagaba. Un día se comparó con un sembrador que lanza semillas en los corazones Un sembrador del amor, de la paz, de la seguridad, de la libertad, del placer de vivir, de la dependencia entre unos y otros quien no alcanza a ver el poder encerrado en una semilla nunca cambiará el mundo que lo envuelve, nunca influirá en el ambiente social y profesional a su alrededor Un cambio de cultura solo será legítimo y constante si ocurre por medio de las sencillas y ocultas semillas plantadas en la mente de los hombres y mujeres, no por medio de la imposición de pensamientos.
Nos gustan las llamas rápidas del fuego, las ideas relámpago de motivación pero, a veces, no tenemos paciencia ni habilidad para sembrar. El sembrador nunca está apresurado; pone más atención a las raíces que a las hojas. Vive la paciencia como un arte. Los padres, los educadores, los psicólogos, los profesionales de recursos humanos solo realizarían un trabajo bello y digno si aprendieren a ser simples sembradores, en lugar de proveedores de reglas y de información.
Las personas que más contribuyeron a la ciencia y al desarrollo social fueron aquellas que menos se preocupaban de los resultados inmediatos. Unos prefieren las llamas con los resultados inmediatos. Otros prefieren la euforia de los elogios y del éxito instantáneo, aun otros prefieren el trabajo anónimo y lento de las semillas. Y nosotros, ¿qué preferimos? De nuestra opción dependerá nuestra cosecha. Cristo sabía que pronto iba a morir pero, aun así. no tenía prisa, actuaba como un inteligente sembrador. No quería transformar a sus discípulos en héroes, ni exigía de ellos lo que no podían dar. Por eso permitió que lo abandonasen en el momento en que fue arrestado.
Las semillas que plantó dentro de los galileos incultos que lo seguían germinarían un día. Tenía esperanza de que echaran raíces en lo íntimo del espíritu y de la mente de ellos y cambiaran para siempre sus historias.
Esas semillas, una vez desarrolladas, harían que aquellos hombres fueran capaces de cambiar el rostro del mundo. Es increíble, pero eso efectivamente ocurrió. Ellos revolucionaron al mundo con los pensamientos y propósitos del carpintero de Galilea. ¡Qué sabiduría se escondía en lo íntimo de la inteligencia de Cristo!
Nietzsche dijo hace un siglo una famosa y osadísima frase: «Dios está muerto».^ Expresaba el pensamiento de los intelectuales de la época que creían que la ciencia daría fin a todas las miserias humanas y. al final, destruiría la fe. Probablemente ese intrépido filósofo creía que un día la búsqueda de Dios se recordaría solo como un objeto de museos y algunos libros de historia Los filósofos ateos murieron y hoy están olvidados o son poco mentados, pero aquel afectuoso y sencillo Carpintero sigue cada vez más vivo dentro de cada uno de nosotros. Nada logró apagar la hoguera encendida por el Sembrador de Galilea. Después de que Gutenberg inventara las modernas técnicas de la imprenta, el libro que habla de Jesús, la Biblia, se convirtió sin duda en el mayor éxito de ventas de todos los tiempos. Todos los días, millones de personas leen algo acerca de Jesús.
El Maestro de Nazaret parecía tener una sencillez frágil, pero la historia demuestra que siempre triunfó sobre aquellos que quisieron sepultarlo. Por el contrario, el favor más grande que alguien puece hacer a una semilla es sepultarla. Jesús fue una centella que nació entre los animales, creció en una región despreciada, fue silenciado por la cruz, pero revolucionó la historia humana. El Maestro dio una gran demostración de inteligencia a la educación moderna, produciendo en el pensamiento humano una revolución jam ás imaginada por una teoría educacional o psicológica. Hay una llama que permanece dentro de aquellos que aprendieron a amarlo y a conocerlo. En los primeros siglos, muchos de sus seguidores fueron destruidos sin piedad por causa de esa llama. Los romanos hicieron de los primeros cristianos comida para las fieras y un espectáculo de dolor en el Coliseo y. principalmente, en el Circus Máximus. Algunos fueron quemados vivos; otros fueron matados a filo de espada. No obstante, las lágrim as, el dolor y la sangre de esos hombres no destruyeron el ánimo de los amantes del Sembrador de Galilea; antes bien, se volvieron abono para cultivar nuevas semillas.
Fuente: El maestro de las emociones. Dr. Augusto Gury pag 20
Hacer una hoguera con semillas parece un absurdo, una locura. Todos, seguramente, escogeríamos la leña. Si embargo, el Maestro de Nazaret pensaba a largo plazo y por eso siempre escogía las semillas las plantaba, esperaba que los árboles crecieran, fructificasen miles de otras semillas y así proveería la
leña para la hoguera.
Si escogía la leña, encendería la hoguera solamente una vez Pero como prefería las semillas, la hoguera que encendía nunca más se apagaba. Un día se comparó con un sembrador que lanza semillas en los corazones Un sembrador del amor, de la paz, de la seguridad, de la libertad, del placer de vivir, de la dependencia entre unos y otros quien no alcanza a ver el poder encerrado en una semilla nunca cambiará el mundo que lo envuelve, nunca influirá en el ambiente social y profesional a su alrededor Un cambio de cultura solo será legítimo y constante si ocurre por medio de las sencillas y ocultas semillas plantadas en la mente de los hombres y mujeres, no por medio de la imposición de pensamientos.
Nos gustan las llamas rápidas del fuego, las ideas relámpago de motivación pero, a veces, no tenemos paciencia ni habilidad para sembrar. El sembrador nunca está apresurado; pone más atención a las raíces que a las hojas. Vive la paciencia como un arte. Los padres, los educadores, los psicólogos, los profesionales de recursos humanos solo realizarían un trabajo bello y digno si aprendieren a ser simples sembradores, en lugar de proveedores de reglas y de información.
Las personas que más contribuyeron a la ciencia y al desarrollo social fueron aquellas que menos se preocupaban de los resultados inmediatos. Unos prefieren las llamas con los resultados inmediatos. Otros prefieren la euforia de los elogios y del éxito instantáneo, aun otros prefieren el trabajo anónimo y lento de las semillas. Y nosotros, ¿qué preferimos? De nuestra opción dependerá nuestra cosecha. Cristo sabía que pronto iba a morir pero, aun así. no tenía prisa, actuaba como un inteligente sembrador. No quería transformar a sus discípulos en héroes, ni exigía de ellos lo que no podían dar. Por eso permitió que lo abandonasen en el momento en que fue arrestado.
Las semillas que plantó dentro de los galileos incultos que lo seguían germinarían un día. Tenía esperanza de que echaran raíces en lo íntimo del espíritu y de la mente de ellos y cambiaran para siempre sus historias.
Esas semillas, una vez desarrolladas, harían que aquellos hombres fueran capaces de cambiar el rostro del mundo. Es increíble, pero eso efectivamente ocurrió. Ellos revolucionaron al mundo con los pensamientos y propósitos del carpintero de Galilea. ¡Qué sabiduría se escondía en lo íntimo de la inteligencia de Cristo!
Nietzsche dijo hace un siglo una famosa y osadísima frase: «Dios está muerto».^ Expresaba el pensamiento de los intelectuales de la época que creían que la ciencia daría fin a todas las miserias humanas y. al final, destruiría la fe. Probablemente ese intrépido filósofo creía que un día la búsqueda de Dios se recordaría solo como un objeto de museos y algunos libros de historia Los filósofos ateos murieron y hoy están olvidados o son poco mentados, pero aquel afectuoso y sencillo Carpintero sigue cada vez más vivo dentro de cada uno de nosotros. Nada logró apagar la hoguera encendida por el Sembrador de Galilea. Después de que Gutenberg inventara las modernas técnicas de la imprenta, el libro que habla de Jesús, la Biblia, se convirtió sin duda en el mayor éxito de ventas de todos los tiempos. Todos los días, millones de personas leen algo acerca de Jesús.
El Maestro de Nazaret parecía tener una sencillez frágil, pero la historia demuestra que siempre triunfó sobre aquellos que quisieron sepultarlo. Por el contrario, el favor más grande que alguien puece hacer a una semilla es sepultarla. Jesús fue una centella que nació entre los animales, creció en una región despreciada, fue silenciado por la cruz, pero revolucionó la historia humana. El Maestro dio una gran demostración de inteligencia a la educación moderna, produciendo en el pensamiento humano una revolución jam ás imaginada por una teoría educacional o psicológica. Hay una llama que permanece dentro de aquellos que aprendieron a amarlo y a conocerlo. En los primeros siglos, muchos de sus seguidores fueron destruidos sin piedad por causa de esa llama. Los romanos hicieron de los primeros cristianos comida para las fieras y un espectáculo de dolor en el Coliseo y. principalmente, en el Circus Máximus. Algunos fueron quemados vivos; otros fueron matados a filo de espada. No obstante, las lágrim as, el dolor y la sangre de esos hombres no destruyeron el ánimo de los amantes del Sembrador de Galilea; antes bien, se volvieron abono para cultivar nuevas semillas.
Fuente: El maestro de las emociones. Dr. Augusto Gury pag 20