"21 modos de permanecer en paz" Parte I
1. Invertir juicios.
Intente darse cuenta de cuando está juzgando o
criticando a alguien por algún motivo. Por ejemplo, en la cola de una tienda de
comestibles, usted podría impacientarse y pensar que la persona que hay delante
de usted es desaliñada y maleducada. Rápidamente invierta su juicio y
pregúntese: ¿Es eso igual de verdadero sobre mí? ¿Soy yo maleducado? (¿Lo soy
algunas veces; Con otros - o conmigo mismo?) ¿Soy grosero en mi interior cuando
pienso que ellos son groseros?
Este ejercicio quita su atención del
"otro" y la coloca en usted. El perdón es el resultado natural.
Colocar la culpa o un juicio en alguien le deja impotente para cambiar su
experiencia; Asumir la responsabilidad sobre sus creencias y juicios le da el
poder para cambiarlos.
Recuerde, más allá de la apariencia de quién ve
ante usted, es siempre Dios disfrazado a fin de que usted puede conocerse.
Invertir los juicios permite perdonar totalmente. El perdón conduce a la
conciencia de uno mismo, y restablece la integridad personal.
Fíjese en el daño que le causa estar mentalmente
fuera de sus asuntos. Si no está seguro, deténgase y pregúntese,
"¿Mentalmente, en los asuntos de quién estoy?" Sólo hay tres tipos de asuntos en el
universo: Los míos, los tuyos, y los de Dios. ¿De quién es asunto si ocurre un
terremoto? De Dios. ¿De quién es asunto que su vecino tenga un césped descuidado? De su vecino. ¿De
quién es asunto el que a usted le enoje que su vecino tenga un césped feo?
Suyo. La vida interior es así de simple.
Cuente en intervalos de cinco minutos cuántas
veces está mentalmente en los asuntos de otra persona. Desee cuenta de cuando
da un consejo no pedido u ofrece su opinión acerca de algo (en voz alta o en
silencio). Pregúntese:"¿Es asunto mío?" "¿Me han pedido consejo?" Y lo que
es más importante, "¿puedo tomar el consejo que ofrezco y aplicarlo a mi
propia vida?"
3. Permanecer en los asuntos de nadie.
Tras trabajar en la práctica de permanecer fuera
de los asuntos de los demás, trate de permanecer igualmente fuera de sus
propios asuntos. No se tome demasiado en serio cualquier cosa que crea que sabe
sobre usted mismo. "¿Soy sólo este cuerpo físico?" ¿Es cierto eso? ¿Puedo tener la absoluta
certeza de que es verdad? ¿Por qué paso al mantener esa creencia? Hay una
creencia extendida que somos nuestros cuerpos y moriremos. ¿Quién sería sin esa
creencia?
4. "Desprenderse" de su cuerpo / su
historia
Intente hablarse así mismo por un tiempo en
tercera persona en lugar de "yo" o "a mí me...".
En lugar de decir, " voy a almorzar",
diga, "ella va a almorzar," (refiriéndose a usted mismo), o,
"ésta va a almorzar"" Haga esto con un amigo durante una hora,
la tarde, o todo el día. Elimine el uso de todos los pronombres personales (yo,
me, nosotros). ¿Por ejemplo, " ¿Cómo está éste (o esto) hoy? ¿Quiere él ir
al parque "? Experimente impersonalmente el cuerpo, las historias, y las
preferencias que piensa tener.
5. Hablar en tiempo presente.
Llegue a ser consciente de cuán a menudo sus conversaciones se
centran en el pasado o el futuro. Dese cuenta de que verbos utiliza: Fue, hizo,
será, irá, etc. Hablar del pasado en el presente es volverlo a despertar y
recrearlo completamente en el presente en nuestras mentes, y entonces nos
perdemos lo que está presente para nosotros ahora. Hablar del futuro es crear y
vivir con una fantasía. Si quiere experimentar miedo, piense en el futuro. Si
quiere experimentar vergüenza y culpabilidad, piense en el pasado.
6. Fregar los platos
"Fregarlos platos" es una práctica para
aprender a amar la acción que tiene delante de usted. Su voz interna o su
intuición le guía durante todo el día para hacer cosas simples como fregar los
platos, conducir para ir a trabajar, o barrer el suelo. Permite la santidad de
la simplicidad. Escuchar su voz interna y después actuar siguiendo sus
sugerencias con absoluta confianza crean una vida más graciosa, libre de
esfuerzos, y milagrosa.
7. Escuchar la voz del cuerpo
El cuerpo es la voz de su mente, y le habla con
movimientos físicos como contracciones musculares - como tics, punzadas de
dolor, cosquillas y tensión, por nombrar unos pocos. Vuélvase consciente de
cuán frecuentemente usted se quita la paz o la quietud. Practique la quietud y
deje a su organismo decirle donde su mente se contrae, no importa cuán sutil
pueda ser la tensión. Cuándo advierta una sensación, indague dentro, "
¿Qué situación o pensamiento contraído provoca esta sensación física? ¿Estoy
desalineado con mi integridad en esta circunstancia, y si es así, dónde? ¿Estoy
dispuesto a dejar ir esta creencia o pensamiento que provocan esta contracción
de mi cuerpo?" Escuche y permita que las respuestas le guíen, y regrese a
la paz y la claridad interiores.
8. Informarse a si mismo
Este ejercicio puede ayudar a sanar miedos y
temores. Ejercítese en informarse a si mismo de los acontecimientos en los que
se encuentra inmerso como si se tratase de un hecho noticioso del que usted es
el reportero.
Infórmese exactamente del entorno y de qué está
ocurriendo "en la escena". El miedo es siempre el resultado de
proyectar una recreación del pasado en el ahora o en el futuro. Si se encuentra
atemorizado, encuentre la creencia de fondo e indáguela: "¿Es cierto que
necesito tener miedo en esta situación? ¿Qué es en realidad lo que físicamente
está ocurriendo ahora mismo? ¿Dónde está mi cuerpo (las manos, los brazos, los
pies, las piernas, cabeza)? ¿Qué veo (árboles, paredes, ventanas, el
cielo)?"
Despersonalizar nuestras historias nos da una
oportunidad para mirar las condiciones más objetivamente, y escoger nuestras
respuestas para lo que nos trae la vida. Vivir en nuestras mentes creyendo en
nuestros pensamientos falsos, es un buen camino para asustarnos de muerte, y
puede aparecer en forma de vejez, cáncer, degeneración, presión alta, etc.
9. Escuchar literalmente.
Ejercítese en escuchar a los otros en el sentido
más literal, creyendo exactamente lo que oye, y haga todo lo que pueda para
resistirse a caer en sus propias interpretaciones sobre la información que
comparten con usted.
Por ejemplo, alguien le podría elogiar diciéndole
que es usted muy guapo, y usted lo interpreta suponiendo que la persona guarda
alguna intención oculta. Nuestras interpretaciones sobre lo que nos dice la
gente son a menudo mucho más dolorosas o atemorizantes que lo que nos dicen en
realidad. Podemos lastimarnos con nuestros errores de interpretación y nuestro
pensar por otros. Intente confiar en que aquello que le dicen es exactamente lo
que quieren decir: ni más, ni menos. Escuche bien a las personas. Refrénese
cuando quiera terminar una frase para alguien ya sea en voz alta o en su mente.
Escuche. Puede asombrarnos oír lo que sale cuando
permitimos a otros completar sus pensamientos sin interrumpirles. Además,
cuando estamos ocupados pensando en que sabemos lo que están a punto decir nos
perdemos lo que realmente dicen.
Quizá le gustaría reflexionar sobre estas
preguntas: "¿Qué puede estar amenazado si escucho y oigo literalmente?
¿Interrumpo porque no quiero saber realmente lo que tienen que decir?
¿Interrumpo para convencerlos de que yo sé más que ellos? ¿Estoy tratando de
dar una imagen de auto confianza y control? ¿Quién sería sin la necesidad de
poseer esas calidades?
¿Existe algún temor a parecer poco inteligente?
¿Me abandonaría la gente si la escuchase literalmente, y dejase de involucrarme
en más juegos manipuladores?"
10. Hablar de manera honesta y literalmente.
Hable literalmente. Diga lo que quiera decir sin
justificarse, sin deseo alguno de manipular, y sin preocuparse por cómo puedan
interpretar sus palabras. Practique el no tener cuidado. Experimente la
libertad que esto trae.
De Byron Katie
Resumidos por Mary Lynn Hendrix